¡Hola a todos, limoneros! Ya sé que han pasado bastantes días desde que empezó este año 2018, pero antes no había encontrado ni el tiempo ni las ganas de ponerme delante de la página en blanco. La verdad es que entre comidas familiares y ratos pensando en mis problemas, el blog se ha quedado en un segundo plano estas Navidades.
Por eso espero que perdonéis que os felicite tan tarde, pero mejor tarde que nunca. Así, espero que la entrada a este nuevo año haya sido bastante divertida y alegre, y que los Reyes os hayan traído muchas cosas.
Hace ya unas semanas hice mi balance de 2017, intentando encontrar cosas positivas sobre 2017 y algunas metas para 2018. En ese momento estaba llena de energía pero cada día que pasa siento que las cosas me dan un poquito igual. No sé si es porque aún no he encontrado mi camino en la vida, porque veo que no consigo avanzar lo mismo que los demás o qué. Simplemente noto que hay días en los que siento que puedo con todo y otros en los que me cuesta incluso desayunar.
Justo mientras escribo estas palabras me siento mal por sentirme mal (¿tiene eso algún sentido?). Siento como si se nos obligara a ser felices, a demostrar que somos positivos y que tenemos objetivos guays para cada mes y que todo nos va genial... Y que cuando mostramos algo que se sale de esos parámetros ya somos unos "deprimidos", unos "amargados" o queremos "llamar la atención" y entonces es culpa nuestra estar así. Y luego intentas estar bien, feliz, pero realmente es un parche porque no estás "atacando" la causa real y todo se convierte en una rueda.
Por otro lado, pese a que en 2017 pasaron cosas bastante buenas como que por fin me gradué y vencí mis miedos a hacer según qué cosas, también han pasado cosas malas y a veces esas son las que más peso tienen en nuestra vida. Lo que más me está marcando a día de hoy es que pese a que tengo trabajo, no es legal ni relacionado con mis estudios y me siento algo desanimada *como si fuera por mi culpa no tener contrato o no conseguir algo mejor*, porque gente de mi alrededor está consiguiendo sus metas y luego estoy yo, que ahí voy.
Llevo bastante tiempo pensando en dejar el blog, porque no estoy al mismo ritmo que estaba antes. Es extraño, porque cuando iba a la Universidad tenía tiempo para todo: sacar buenas notas, leer, hacer entradas del blog y vida privada. Ahora que estoy "parada" no tengo tiempo ni de pensar en mí misma y lo voy notando. Pero al mismo tiempo no quiero dejar este rinconcito y quiero continuar en él, porque también me va bien ir practicando la escritura e ir hablando de los libros que leo *cuando me pongo a hace reseñas, claro*.
No quiero terminar la entrada de forma triste, así que quiero dar las gracias a todas las personas que están ahí conmigo, ya sea desde el blog, desde Twitter o desde otras vías *cof cof Telegram*. Que me acompañáis en mis desastres, en mis locuras, que me animáis a seguir adelante o plantearme nuevos retos. Muchas muchas gracias por todo.
Y os dejo con una frase de La lectora, el libro que estoy leyendo ahora y que va bastante bien con la entrada:
En realidad no se trata de que el día sea mejor. Sino de hacer todo tu esfuerzo y creer que puedes seguir mejorando.